Diego Gallego: «En un contrato discográfico hay que dejar muy claro quién es el propietario del máster»

Diego Gallego

Hace unos días, estrenábamos esta sección con una entrevista a nuestro querido amigo Maki. Un artista que puede presumir de superar los 1.200 millones de visualizaciones en youtube entre todos sus videos.

Como no podía ser de otra forma, queríamos continuar con otro gran compañero, con el que llevamos varios meses trabajando de forma conjunta en el desarrollo de los artistas que pasan por su estudio de grabación.

Se podría decir que Diego Gallego es uno de los productores «de moda» de los últimos años. Por su estudio han pasado más de 400 artistas que han confiado en él las producciones y arreglos de sus discos.

Hace tan solo unos meses, nos daba a conocer un ambicioso proyecto. Emprendía una gran reforma en su estudio de grabación, que nos presenta en Enero de este mismo año, y para el que ha incorporado salas independientes para la grabación de bandas en directo. Situado en un enclave maravilloso, rodeado de naturaleza, ofreciéndole al artista la calma y la tranquilidad necesaria para afrontar la grabación de su proyecto.

Hablamos con Diego sobre su trayectoria y sobre cuestiones que interesan seguro a los artistas que están comenzando sus carreras discográficas.

¿Quién es Diego Gallego? Háblanos sobre tu trayectoria profesional.

Diego es un gaditano que comienza en la música con once añitos, estudiando Música en el Conservatorio Manuel de Falla. Faltándome un año para finalizar el grado elemental, como me aburría un poco la enseñanza clásica, comencé mi carrera como músico autodidacta. Esta decisión me llevó a centrarme en el piano flamenco, lo que desembocó en mi primer trabajo discográfico en el año 1998, Diego Gallego, que se edita bajo el sello madrileño Antar Producciones. Debido a esto, resido en Madrid una temporada donde, además de ampliar conocimientos en la escuela «Taller de músicos», comienzo a impartir Masterclass de piano flamenco y a trabajar para la productora Sintonía, creando música de librería (para quienes no conozcan este término, se trata de la música utilizada para publicidad, documentales, etc.)

En aquellos años no era muy habitual aún el piano dentro del flamenco. Fue algo muy novedoso y dio lugar a una gira con mi disco no solo en España, sino en otros países como Japón, Bélgica o Francia.

Es precisamente en Japón donde comienza mi afición por la tecnología y comienzo a obtener mis primeros conocimientos de grabación multipista, edición y sonido.

En el año 1997 fundo junto a mi hermano y otros amigos el grupo Maita Vende Cá y, aunque mi carrera pianística no me permitía compaginar ambos proyectos, me quedo en segunda línea como compositor y arreglista y, a partir del tercer disco, me incorporo a los directos.

Aquello fue un éxito que nos estalla en las manos. Del primer disco, Maita Vende Cá, vendimos más de 50.000 copias. Con No hay luz sin día obtenemos el triple disco de platino, con Loquito por tus huesos disco de platino y, por último, con Trabajito me ha costao, nuevamente disco de oro. A partir de ese punto, el cantante inicia su carrera en solitario.

En el año 2000, creo mi primer estudio de grabación, Dinamusic. Aunque tenía algo de experiencia por los discos de Maita Vende Cá, era la primera vez que me enfrentaba solo a los trabajos como productor y técnico de sonido. Comenzamos a grabar las primeras maquetas y producciones pero no tarda en llegar el primer éxito como productor con Lo que me gusta de ti, del grupo Los Rebujitos.

Diego Gallego y Los Rebujitos durante la grabación de uno de sus trabajos.

Después de aquello, no paré de trabajar para sellos discográficos como Senador, Fods Records, Horus, Dicucsa, Muxxic… con artistas como Punta Sur, Miguel Sáez, Chandé, Morano, Jabely, Despasito, Sinlache… Una larga lista de artistas a lo largo de veinte años de profesión y que, como productor y técnico, me ha llevado a trabajar posteriormente en discos de David Demaría, India Martínez, Raphael o David Bisbal entre otros.

Llevas prácticamente toda la vida dedicado profesionalmente a la música, como compositor y como productor. Por tu estudio han pasado tanto grandes artistas con carrera consolidadas como jóvenes promesas. ¿Qué has aprendido de todos ellos a lo largo de estos años?

Sobre todo a amar la música en todas sus vertientes. A mí hace años me tenían catalogado como el productor del flamenquito y, gracias a trabajar con artistas de diferentes estilos, he aprendido a conocer las entrañas de músicas que no controlaba. Por eso, actualmente no me da miedo enfrentarme a este tipo de producciones. De hecho, lo que menos hago ahora es «flamenquito» y sí más urbano, pop, trap, metal… Cuanta más fusión, mejor.

Junto a David Demaría en plena grabación

Fuiste compositor de algunos de los éxitos de Maita Vende Cá en unos años en los que la venta de discos y los derechos de autor generaban importantes beneficios. ¿Cómo ha influido la digitalización de la música y la caída de la venta de discos en las recaudaciones de derechos de autor para los compositores?

Pues imagínate… Sgae es la encargada de recaudar nuestros derechos como autor. Una de las modalidades de recaudación que ha caído en picado son los derechos fonomecánicos, es decir, los derechos obtenidos de la fabricación del soporte (CD, DVD, etc.) El soporte físico ya ha muerto. De hecho, la mayor fábrica de CDs del mundo ha cerrado en Texas despidiendo a 300 trabajadores.

Antes, como autor, si colocabas tu repertorio a un buen artista obtenías muchos ingresos, aunque la obra no fuera single, por la fabricación del soporte (y digo por la fabricación porque la remuneración no es por venta sino por unidades fabricadas). Hoy en día, además de tener la suerte de colar tu obra en un disco, tienes que tener la suerte de que se convierta en single para así recaudar de comunicación pública (emisión en televisión, radio…) porque los ingresos por el soporte digital y el streamming son ridículos para el autor. Creo que no se ha legislado correctamente en este sentido y ese trozo de pastel que pertenece a los autores, se queda en manos de las plataformas digitales y las compañías.

Uno de los consejos que le doy a los autores, sobre todo cuando su repertorio va a acabar en artistas noveles de sellos independientes y va a tener poca repercusión mediática, es que cobren al menos una cantidad mínima al artista por el derecho de estreno de la obra y así garantizarse unos ingresos por su trabajo como autor.

Se ha hablado mucho de los ingredientes que debe tener una canción para ser un single y convertirse en un hit. ¿Crees que esos ingredientes existen o, por el contrario, tiene más peso el factor suerte o la campaña de marketing que exista alrededor de ese lanzamiento?

Los ingredientes claramente deben existir. Si la canción es muy mala difícilmente será un éxito aunque tenga la mejor campaña de marketing y la haya vestido el productor con grandes arreglos.

¿Qué ocurre? Pues que hoy en día, y gracias al avance de la tecnología, grabar un disco y distribuirlo por todo el mundo vía internet está al alcance de cualquier persona. No es como hace 30 años. Ahora, rápidamente, nuestro producto está en cualquier parte del mundo.

La cuestión es que diariamente se estrenan miles de canciones y creo que no hay sitio para tanta oferta. El oyente está saturado de novedades y, por supuesto, si no tienes un plan B que vaya acompañado de una buena campaña publicitaria, tu trabajo no va a destacar entre tanta oferta. ¿Quién consigue destacar? Las grandes multinacionales o los artistas que tienen la suerte de hacerse viral en redes. Así que, mi respuesta es que sí depende del factor suerte y del marketing.

Cuando un artista decide dar el paso de poner su carrera en manos de una compañía discográfica, hay que formalizar el acuerdo a través de un contrato. ¿Qué debería tener en cuenta un artista a la hora de firmar su primer contrato discográfico?

Esto es muy difícil de resumir porque se van a dar dos casos claramente diferenciados.

El primer caso es que el AR de una compañía ha puesto los ojos en el artista y va a costear su carrera artística. El segundo caso es que el artista viene con una inversión previa realizada por él, como puede ser la grabación del disco, de un videoclip…

Según el caso, habría que modificar las cláusulas del contrato pero en ambas tienen que prevalecer muy claramente los siguientes puntos: la duración en el tiempo de dicho contrato (número de discos en un tiempo definido), las obligaciones de cada una de las partes firmantes y la remuneración que se va a percibir.

Dependiendo de cada caso, el artista se encontrará con tres tipos de contrato: el artístico, el editorial (si es autor) y el de management. Éste último puede ser con una oficina ajena a la compañía discográfica aunque últimamente se estilan los contratos denominados 360 que abarcan todas las modalidades.

Entre el primer caso y el segundo, la manera de negociar hace que varíen mucho pero para resumir, como nota importante, si el artista ya viene con una inversión previa hay que dejar muy claro quién es el propietario del máster de la grabación y cuánto tiempo lo cede para su explotación.

Has creado un sello discográfico independiente, Sincro Media Music, para ofrecer a los artistas asesoramiento profesional además de servicios de distribución digital. ¿Te has encontrado con muchos artistas que, una vez han finalizado la grabación, no sabían qué hacer con el proyecto ni cómo darle salida? ¿Qué consejos les darías?

Principalmente, el sello lo hemos creado para eso, para dar salida y el apoyo legal necesario para que el soporte esté en las plataformas y en los medios de comunicación. Pero siempre dejando muy claro que, aunque somos un sello, no tengo tiempo, ni oficinas ni personal para dedicarlo a esas funciones. Mi función principal es la de producir discos. Mi sello es el último recurso para sacar productos.


¡Gracias por tu generosidad, tu tiempo y tu confianza, Diego! Siempre es un placer trabajar contigo. Ojalá sea por muchos años más y ojalá que la vida te siga compensando con todos los éxitos que mereces.